El teléfono suena y yo no voy a contestar…
Si eres tú el que llama y no contesto te pido una disculpa de antemano pero he hecho un acuerdo con Iam, mi hijo y si estamos jugando no voy a responder…
Si estoy comiendo no voy a responder porque además no escucho el teléfono, pues le quito el sonido y se queda en mi bolsa.
Si estoy en una junta a reserva de que hayamos quedado en hablar, que sepa que es urgente, que sea mi Madre o mi Padre o mi Esposo no voy a responder…
Si estoy lejos del teléfono y suena, lo siento pero no voy a correr a contestarlo como si de eso dependiera que la humanidad pudiera seguir habitando la tierra.
Qué hacer entonces, si no te respondo, qué vamos a hacer… bueno, puedes dejar un mensaje que es un hecho que pronto te voy a regresar la llamada, no tienes que llamar 20 veces seguidas, si es urgente mándame un texto para hacérmelo saber…
El teléfono se ha apoderado de nosotros y en lugar de que sea nuestro teléfono es nuestro dueño, dueño de nuestro tiempo y espacio… si no lo tenemos cerca parece que podríamos morir y la verdad es que (afortunadamente) no es así… ¡es un teléfono no un tanque de oxígeno!
Sé dueña de tu vida, de tu tiempo, de tu espacio e invita así a otros a retomar la capacidad de conectar con aquellos que les rodean pues de ellos debe ser nuestra atención, de los que están en nuestra presencia aquí y ahora.